Wednesday, October 14, 2009

HIPÓTESIS (cuento policial)

En cercanías de Buenos Aires, ene l campos e ha registrado 30 casos de “personas chupasangres”.
Pero yo, María Gonzáles, investigadora profesional me encargaré de este caso con mis ayudantes: Tamar ay Juan. Ellos me ayudarán, y acompañarán a todos los sitios sospechosos.
Solo busqué el periódico y empecé a anotarme todos los datos: -Personas muy raras, con ojos rojos y muy desesperados. Con dientes puntiagudos y en buscad e sangre. Mi hipótesis era que habría personas haciendo bromas para asustara l agente pero con esto no me quería quedar.
Me dirigí con Juan y Tamara al lugar. Era un castillo horripilante, sucio, viejo, con ramas secas, oscuro y muy tenebroso. De pronto apareció un hombre muy inusual, llevaba una capa negra, sus ojos resaltaban en la oscuridad porque eran brillosos, sus dos dientes muy largos y puntiagudos. Yo me sorprendí, ¿Quién podía estar en l anoche, por estos lugares y con esas características? Solo quise ir y entrevistarlo.
Tenía mucho miedo y mis ayudantes también. Pero debíamos resolver este caso. Entonces le pregunté:
- Hola señor, ¿podría ayudarme? El solo me miró con unos ojos escalofriante me dijo:
- Claro …
- Yo soy una investigadora y vengo a resolver este caso.
- Claro. Me respondió con su voz gruesa y clara.
- ¿Usted vio acciones raras por aquí?
- Claro que no solo lo habitual.
- ¿cómo lo habitual?
- En las noches salimos a alimentarnos
Yo no entendía y cada vez me asustaba más.
- ¿Alimentarse?
- Sí, alimentarse.
- ¿De qué?
- De la tristeza.
- ¿Usted se alimenta de la tristeza?
- Claro.
Solo quise salir de allí y me dirigía fuera de esos lugares con la sospecha de vampiros pero solo era una hipótesis.
Al otro día, al mediodía me dirigía esos campos pero no pude disculparme con ese señor por salir tan desesperada de aquel lugar, porque no se encontraba.
Pero cuando iba caminando solo encontró en donde sangre que se dirigían aun galpón abandonado en donde estaba cerrado con candados por afuera. Entre y aparecieron personas, con ojos saltones y rojos que brillaban en la oscuridad, igual a la vestimenta de aquel señor. Ellos me miraron con desesperación y corrieron hacia mí, pero yo salí de ahí y aquellas personas empezaron a golpear, patear y romper las puertas con desesperación. En esa situación y con el miedo que tenía llamé a la policía y me aleje de aquel lugar, pero solo me respondieron con risas. Salí del campo y llamea un curad e la ciudad y a un policía amigo mío ene l camino iba explicándoles todo. Cuando llegamos el cura y mí amigos e dirigieron allí pero nunca salieron entonces cuando fui alguien me agarro de mi cuello y sentí como si algo estuviese perforando mi cuello y sacando mí sangre. Desvanecí y hoy vivo para contarlo.


6º TM. Lucia Echeverría